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Con decisión ya tomada, “mis hijos “ y yo nos enteramos de la noticia: la abuela se muda con nosotros… No quedando otra alternativa, con la afirmación acentuada de un SÍ, todos estuvimos de acuerdo…
Se escuchan los pasos constantes, el olor a café aún cuando los sentidos no logran reconocer que el día comenzó, se escucha la licuadora, el perro ladrar, el gato maullar, la puerta sonar y un comentario autoritario que se escucha al final del pasillo: ESTA GENTE SI DUERME!!! CUÁNDO SE IRÁN A DESPERTAR!!! ¿Quién es? ¡La abuelaaaa!!!
Muchas serán las personas que se sientan identificadas con estas líneas, pero analicemos: ¿Por qué nuestros abuelos llegan a vivir con nosotros?
· NO QUIEREN ESTAR SOLOS: la soledad es una de las principales causas de depresión que viven nuestros adultos mayores.
· POR ENFERMEDAD: muchos son los hijos que optan por la solución de abrirles un espacio en casa por las enfermedades que son inevitables presenten por su edad y de esta manera es más fácil atenderlos.
· MUERTE DE SU PAREJA: son muchos los abuelos que han llegado a conservar su matrimonio por muchos años y la muerte de su compañero (a) de vida los hace más vulnerables y sensibles.
· NO TIENEN CASA PROPIA: son muchos los que llegan a esta edad y nunca lograron establecerse económicamente.
¿Qué hacer?
Cuando las familias han logrado establecerse y viven aparte de los abuelos y de pronto se enfrentan a esta situación deben:
· Tratarlos con amor y respeto.
· Delegarle responsabilidades para que no sientan que son una carga.
· Respetar sus opiniones sin dejar de dar las nuestras.
· Prestarles atención.
· Limitar su grado de autoridad.
¿Cuáles son los límites?
Al llegar a casa encuentro a “mi hijo mayor” de mal humor dispuesto a salir muy de prisa, pues la abuela una vez más ha criticado su desorden, su manera de hablar o le hizo algún comentario. No importa qué pasó ahora, lo único que quiere es estar fuera de casa donde no la pueda oír.
“Mi hijo menor” brinca, grita, salta encima de los muebles, tiene una vez más ataque de malcriadez… ¿Qué pasa ahora??? La abuela lo consiente y lo deja hacer lo que para nuestras reglas no está permitido.
Miradas que se cruzan, ya no hay arrepentimiento ni qué decir, ya nuestro hogar no es el mismo…
Antes de abrir la puerta, se escuchan ruido, voces y agite, ¿qué pasa ahora??? Vinieron a visitar a la abuela y hay que preparar una comida, cuando en nuestro sistema de vida hubiésemos cenado cereal…
Viendo T.V con la puerta cerrada, la luz apagada y dispuestos a descansar como cualquiera quiere un domingo después de tanto trabajar, se escuchan los pasos, se le ve pasar, abrir las ventanas para que el sol pueda pasar, se sienta en la cama y comienza a lamentarse: uno hace ruido y no deja de desordenar, el otro todavía duerme , ¿a qué hora se va a poner estudiar???, hay que ir al super, llenar el tanque, pagar y ponerse a limpiar… Ya parados, que más queda… ¡bañarse juntos!!! ¡Qué inmoral! Y así sigue…la ropa no va allí, el perro se orinó, la gata no comió, la basura se quedó, ESTO NO VA AQUÍ PORQUE ASÍ LO DIGO YO… DIOS!!!!
Al tomar la decisión de que nuestros abuelos vivan en casa con nosotros debemos primero escuchar la opinión de toda la familia. Es muy factible que todos los reciban con los brazos abiertos y con mucho cariño, sin embargo, con una reunión previa todas tendrán la oportunidad de expresar hasta dónde estarán dispuestos a permitir la autoridad de esta persona a sus vidas y a la rutina familiar.
Aunque los padres y los suegros merecen nuestro apoyo y respeto también se les debe hablar de forma clara y precisa sobre las normas impuestas en esa casa y el respeto de espacio de cada uno de sus miembros. Entonces, ¿cuáles serían los límites?
· Dar a respetar la privacidad de la pareja
· Dar a respetar el espacio individual de nuestros hijos
· Dar a conocer que aunque es aceptado (a), recibido (a) y acobijado(a) por los miembros de la familia debe respetar las reglas ya establecidas.
· Sin ser groseros, grotescos o autoritarios dejar en claro QUE ES NUESTRA CASA, NUESTRA FAMILIA, NUESTRAS REGLAS.