FAMILIA


EN MEDIO DE LO MALO… 
DESCUBRÍ QUE MI VIDA ES PERFECTA
 En medio de una crisis existencial entre mi pareja y yo, discutíamos en medio de nuestra oficina la falta de dinero y todo lo que teníamos que pagar. Entre la rabia y las ganas de salir corriendo por su supuesta ingratitud, mis berrinches y los de mi pareja eran inigualables, nuestro hijo pequeño con sus ojos saltones nos gritaba en su silencio, atemorizado por nuestra inesperada discusión BASTA YA… USTEDES NO SON ASÍ. Después de la pataleta, nos calmamos y resolvimos que si ya la situación era mala y le agregábamos mal humor y comentarios que en realidad no sentíamos sería peor… Para completar la situación, el perro se metió al cuarto y orinó nuestra cama y al salir con tal agotamiento al trabajo como si ya hubiese trabajado doble jornada me di cuenta del desorden que nuestro otro hijo había dejado en la cocina. Qué desastre!!!, pensaba camino al trabajo.
Al día siguiente, en cita previa y ya planificada, tuve la oportunidad de ir a casa de una amiga. Al llegar me di cuenta de lo limpio y ordenado que estaba todo, cortinas, cojines y manteles de tal manera puesto que parecía que nadie los utilizaba. Me di cuenta de inmediato que si me habían llamado y querían hablar conmigo, no era por problemas financieros. ¿Cómo me di cuenta de eso? Tenían la tele de mis sueños, triste por mi!!! Bueno, ni modo, a lo que iba, a trabajar!!! Se sentaron frente a mí, con sus rostros sumidos en la tristeza y yo no podía dejar de ver la tele que estaba en el fondo.
Al regresar a la vida real y asumir que tenía que cumplir con la función de mi cita, comenzaron a relatar una historia que me hizo reflexionar y valorar el desastre de casa que tengo, mi pareja regañona, nuestros hijos ruidosos y hasta el pulgoso del perro… Profesionales, con buenos cargos, carro y con buenas oportunidades de proyectarse nuevas metas a futuro, pasaban por un dilema de pareja, no porque no se amaran, sino porque había llegado su relación a una etapa donde todo se estancó emocionalmente y la soledad y el silencio en la casa era tan evidente que atormentaba más sus vidas. Coincidieron de igual manera en la necesidad emocional de tener hijos, no sólo por la imposición de la sociedad sino porque sabían que es de manera representativa el fruto del amor que se pueden tener dos personas que se quieren y decidieron concretar una vida juntas, que han logrado metas y que en un momento dado se dieron cuenta de que desean algo más. Por razones íntimas de la pareja, no han podido concebir a un pequeño y eso ha traído de alguna manera un quiebre emocional.  Con cierto egoísmo y celos en la manera de decidir cómo dar fin a esta situación se les va el tiempo y se dan cuenta de que todo lo material que han obtenido se desvanece ante la insistencia del tema. Parece que esto de una manera u otra ha tenido tal alcance, que se olvidaron de su esencia humana y cuánto se aman y que si no obtienen lo que desean no podrán alcanzar la felicidad y se refieren a ello comparándolo con la felicidad que alguien alcanzaría si obtienen algo que le gustó mucho en una tienda. Y es cuando caen en la reflexión de que no todo en la vida se consigue con el dinero. Eso me recordó un letrerito hecho en madera que tiene mi abuela en la entrada de su casa que dice que un rico podrá obtener una cama bella pero pocos conciliaran un sueño tranquilo, muchos tendrán en su mesa un banquete pero pocos tendrán la dicha de compartirlo en familia… y muchos otros comprarán el mejor puesto del cementerio y el mejor ataúd pero pocos alcanzarán la dicha de estar a la diestra de Dios.
En medio de sus comentarios e inevitables lágrimas de dolor ante la situación que están viviendo, me imaginaba cómo sería llegar del trabajo a una casa vacía, al orden total y al silencio sepulcral y qué aburridas serían las noches de dos personas solas en una casa tan grande. Qué triste, ¿verdad?.Supongo que muchos habrán concebido su vida y se sentirán mejor así, en un hogar sólo para dos. Pero en lo personal creo que la alegría de los hijos es insuperable y es una bendición de Dios. Y no hablo de ser padres sólo de sangre, sino de corazón. Podemos vivir esa experiencia no sólo con hijos carnales, sino con ese hermanito pequeño, el hijo adoptado y de crianza, los sobrinos, los ahijados. Hay tantas maneras de vivirlo.
Pues bien, al salir de ahí, aunque nunca lo supieron, la terapia me sirvió más a mí, porque me sentí con ánimos de seguir en la lucha por una familia. Para que al llegar a mi casa me encuentre con esa persona que me ama y me diga: Amor,  se te olvido la azúcar, vale!!! o fulanito de tal te vino a buscar. Sentir los pasos del chiquito de la casa bajar corriendo las escaleras para darme un abrazo y decirme: necesito ayuda con una tarea y adivina, es para mañana… Sentir al hijo mayor cantando como loco y riéndose… AH!!! Claro y el perro meón que si no lo saludo dará vueltas por todos lados hasta que le haga caso y le rasque la barriga… Entonces, en ese momento, en medio del desorden de mi casa, el recibo de luz pegado a la nevera y con la nota "Se debe cancelar", los comentarios entrelazados de todos en la mesa compartiendo la cena me di cuenta de que a pesar de que todo no es lo que deseamos ni fue concedido como lo planificamos, debemos ser felices con lo que tenemos y no sufrir por lo que no obtenemos aún. Que mientras se lucha por lograr lo que se desea se debe vivir a plenitud lo que ya se tiene.
Bueno, hasta que desperté a media noche y me di cuenta de que pasará mucho tiempo para poder tener la tele de mis sueños….