Por: Dra. Veruzka Padilla/ Vivir en pareja es una de las fases más complejas que enfrenta el ser humano en su vida porque está llena de cientos de acontecimientos gratos y miles de retos. En el intento de conseguir la estabilidad emocional, son muchos los tropiezos que daremos y pocos son los que logremos vivir perpetuamente en ella. A lo largo de una relación, siempre se enfrentan altibajos, sin embargo, esto no es lo ideal, pues cuando dos personas maduras se aman y se respetan deben ser inteligentes y poder establecer un equilibrio perfecto para mantenerse en pie, estables y firmes.
Ahora bien, es muy común que cuando ocurre una pelea en la pareja, no faltará quien asuma la pose de la víctima y la del culpable. El llanto y el agresor. Y no nos damos cuenta de que, si existe una falta, no es culpa de uno sino de dos. Si existe infidelidad, debemos no sólo ver al infiel, sino la causa en el otro que le llevó a o hacerlo para trabajar sobre los dos puntos de vista.
Muchos de mis conocidos buscan en mí una respuesta ante sus episodios de vida, cuando yo misma muchas veces no sé dar respuesta a tantos dolores y encuentros emocionales; sin embargo, escuchar es muchas veces la mejor forma de ayudar.
Entre los pocos que encabezan una lista de mis mejores amigos, está un compañero médico de treinta y seis años, con una entrega a su trabajo admirable. Daniel ha pasado por muchas cosas en su vida. Fue hijo único y se crió solo con su madre de quien adquirió muchos de sus principios morales. Estando en la Universidad, ella murió. Luego se casó y después de unos tres años de casado se enteró de que su hija no era de él. El divorcio no se hizo esperar. Después de un tiempo, logró superar este episodio y conoció a quien es hoy en día su esposa. Ana Sofía, también amiga, de 44 años, y de profesión fotógrafa, con dos hijos, uno de 14 años y otro de once. Ya han pasado siete años desde que están juntos. Y el año pasado, decidieron casarse. Se mudaron a una casa alquilada y ya hace unos meses terminaron la construcción de una propia, con la buena nueva de que están esperando un bebe. Al parecer todo se da para una vida plena en una familia estable. Ya mudados a su casa propia, el primo de Daniel tuvo una necesidad económica muy grande y le pidió su ayuda. Trato hecho en confidencia entre ellos dos. Pasado los días, Ana Sofía, se enteró del trato de los primos y formó un escándalo de tal magnitud que el muchacho fue víctima de sus insultos. Daniel callaba ante la agresividad de su mujer y fue "maleteado" a casa de su familia.
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Ahora, analicemos:
· ¿De quién es la culpa?
· Viendo equilibradamente la situación, de los dos: De Daniel por no consultar a su esposa la decisión que estaba tomando y de Ana por no saber enfrentar la situación y exagerar.
· ¿Falta de comunicación?. Por supuesto, y para comunicarse hacen falta dos. Es bueno exigir que te digan todo pero si no das la confianza para que te cuenten, esta posibilidad será nula.
· Ahora Ana culpa a Daniel por la pérdida de su bebé y de que todo sucedió por su mentira. Y Daniel culpa a Ana porque por su actitud exagerada esto sucedió.
· Las experiencias vividas podemos tomarlas de dos maneras: quedarse en lo sucedido, culparse y destruirse o aprender, asumir los errores y seguir.
Marlene y Fariño ya han pasado los cuarenta años y viven juntos desde hace diez. Fariño tiene una hija de su primer matrimonio, quien vive con su madre, es universitaria y se queda con él algunos fines de semana. Marlene tiene tres hijos, de 19, 14, 13. No tienen hijos en común. Sin embargo, han formado una gran familia. ¿Dónde radica el problema? El muchacho de 19 años, no trabaja, ni estudia pero es muy aplicado en cumplir la tarea semanal de irse de fiesta en fiesta y para gritarle a Fariño y si llega ebrio correrlo una y otra vez de una casa que ha sido el fruto del trabajo de la pareja. Marlene se encuentra entre la espada y la pared, por no quedar mal con ninguna de las dos partes.
Es de pensar que Fariño quizás sea un mal hombre, bebedor o maltratador, pero no es así. Como todo ser humano, es víctima de su propia imperfección, pero es defendido por su propia esposa, su hija y sus otros hijos.
Ahora, ya harto de la situación está decidido a irse de la casa, aun amando a su esposa y a su familia.
Analicemos:
· ¿De quién es la culpa?
· Ambos tienen culpa: Marlene por su lado tiene que mostrar su autoridad e imponer reglas de convivencia en su hogar. Fariño, tiene que dejar el papel sumiso, sin pasar a la agresividad y hacerse respetar.
· Ambos tienen que ponerse de acuerdo ante la implementación de las reglas dentro del hogar.
· De no establecer reglas, un matrimonio estable y con buenas bases para permanecer firme, se verá destruido por el poder que impone un adolescente rebelde, sin moral ni autoridad para hacer critica alguna porque él mismo no es buen ejemplo de nada.
· Toda familia reconstruida necesitará más que amor y ganas para sobrevivir.
Sea como sea la situación de cada familia, lo ideal es que la pareja como tal llegue a conocerse bien, que crezca y se desarrolle en conjunto y se proyecte como una base solida para poder solventar el peso de una familia. Ambos deben trabajar como equipo para resolver problemas, solucionar, imponer reglas y ser responsables de sus propios actos.