Por: Dra. Veruzka Padilla/ La ira, como todos sabemos, es un estallido de cólera en un momento en el que ya no se tolera una situación. Llegando al trabajo me encuentro con un caso muy particular en el que piden una opinión objetiva del asunto. En primer plano, hay tres mujeres, la madre y sus dos hijas, una de ellas con el rostro tapado porque había sido agredida por su hermana (como es lógico, la madre acompaña a la hija herida y la otra se encuentra en el otro extremo).
Al ver este cuadro cometo un error y juzgo antes de escuchar (en pensamiento, pero lo hago). Informe en mano procedo de forma mecánica, un caso más… Qué violencia, la gente se está matando… La agresora se encuentra aislada de su madre y su hermana y la acompañan compañeros de la universidad, una vecina y su tía. Pensé, ¿esta gente está del lado contrario o qué?. Pronto comprendí.
Natacha tiene 23 años y su hermana 28. La primera joven está a punto de graduarse de enfermera en una universidad de la ciudad. Trabaja medio tiempo en un cyber y se presenta como una muchacha bien plantada, calmada y con voz serena.
A través de los años ella ha vivido bajo la presión de ser la sombra de su hermana a pesar de que ella nunca ha hecho algo por su vida ni por los suyos. Las tres viven en un barrio, en una casa humilde. Su madre es
costurera y trabaja desde la casa, cose para fábricas y gana lo suficiente para vivir cómodamente, dentro de lo que cabe. La oportunidad de estudios fue para ambas de igual manera, sin embargo Graciela no tomó como prioridad tener una carrera. Con sus 28 años jamás ha tenido un empleo fijo, nunca ha hecho mercado, limpiado la casa o colaborado en gran cosa al menos que se le haga una gran presión. Lleva dos abortos y los fines de semana es poco lo que se le ve la cara, pues entre rumba y borrachera, llega a su casa sólo a dormir. Sin embargo, la madre siempre busca la manera de justificar su flojera y poca motivación para salir adelante en la vida. Le compra ropa y el tinte, le tiene el almuerzo caliente cuando se levanta a la una del día y le da para la fiestita el fin de semana. ¿La justificación? Es su compañera, gracias a ella no se siente sola…ES MENTIRA, dice, ella sí ayuda, a veces me hace el mandado y plancha la costura… ¡El colmo!!!, pensé, como mínimo tiene que hacer algo.
Natacha, cansada de tanto trabajar, colaborar y querer ganarse el cariño de su madre, hace inigualables esfuerzos para ganarse un lugar. A los dieciocho ya estaba ingresando a la universidad y con sus primeros aguinaldos, le regaló una máquina de coser a su madre. Comparte los gastos y colabora con el mercado, luz, cable, etc.… Y si queda algo, siempre le da un resguardo a la madre por si falta algo.
En discusión por esta ya inaguantable situación las dos hermanas se gritan y llegan a la violencia extrema. Natacha, en medio de esta injusticia familiar, explota porque su hermana lanzó su portátil al piso y la destrozó. Tomó una tijera y le marcó la cara.
Ahora bien, ¿qué tan justificada es esta reacción? ¿Hasta qué punto es culpable? ¿Qué pasó? Al analizar esta situación, podemos establecer que:
· Natacha pudo haber actuado de forma más inteligente y objetiva. Romper con esta cadena abusiva y abrirse un camino independiente.
· Esto trae como consecuencia que una joven talentosa y con ganas de ser útil vea su vida frustrada porque si la denuncia procede ira a la cárcel sin mayor contemplación.
· Graciela, víctima de esta situación en particular, es un ejemplo vivo de que los jóvenes son el producto de la buena o mala crianza de los padres.
· La madre: ¡CULPABLE!!! . Los padres son los orientadores y guías de sus hijos y entre los valores fundamentales que deben inculcarse están el respeto, el compañerismo, el trabajo, la solidaridad, la responsabilidad y la acción.
· A medida de que los hijos crecen, los padres deben incorporar en su vida las responsabilidades según su edad, desde tender su cama y recoger sus juguetes e ir al colegio hasta colaborar botando la basura y lavando los platos… Todos debemos colaborar en el mercado, los servicios y la limpieza. Esto también es parte de la educación. Con esto formaremos hombres y mujeres responsables para emprender y asumir una vida en pareja con éxito.
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