Meditación; relajación, tai-chi y yoga son sólo algunos de las prácticas que pueden ayudarnos a recobrar, el equilibrio y tranquilidad necesarios para enfrentar con nuevas energías cada día. En Venezuela son muchas las academias y grupos a los que puede acudir para regalarse u momento de paz y puede qué también estén añadiendo años a su vida.
Las personas hemos procurado, desde siempre, mantener el elusivo equilibrio que nos permite crecer y desarrollarnos de manera integral. La satisfacción de las necesidades más básicas, alimentación y vivienda, han estado siempre acompañadas de intentos por entender y acudir a una instancia superior que sirva de consuelo ante aquellos acontecimientos inexplicables de la vida y la muerte Así, cuerpo y alma, salud y religión, han estado unidas desde el primer aliento de Adán.
Chamanes, guías espirituales, clérigos, sacerdotes, imanes y rabinos han sido enlaces entre las instancias eternas de la paz interior y las trazas corruptibles del mortal cuerpo que nos toca en suerte llevar y entregar a la "Hermana Muerte',- corno la llamaría nuestro San Francisco de Asís.
La religión, como parte de la conciencia social, es una ideología que acompaña a un doliente a sobrellevar su situación, porque con su fe encuentra la comprensión y el apoyo social que le son necesarios para enfrentar con mejor actitud y esperanza lo que está viviendo. ¡Y existe evidencia científica que lo corrobora!
Habla la razón
Las cefaleas, los dolores musculares, el acné, la gastritis y la hipertensión son algunas de las condiciones más comunes generadas por el alto grado de agitación y estrés que dejamos colar en nuestras vidas.
Y aunque pocos científicos se atreven a atribuir directamente a la religión propiedades curativas o de prevención, los sociólogos señalan que las personas con fuertes creencias religiosas tienen, en general, características que las relacionan con un tipo de vida saludable.
El número de informes que muestran los efectos positivos de la religión en la salud es sustancial. El 9 de junio de 2005, la página web de Science and Theology News informaba que investigadores canadienses e israelíes habían hallado que la práctica religiosa puede retrasar el avance de la enfermedad de Alzheimer. El estudio "coincide con los últimos estudios que muestran que la oración, la espiritualidad o la religiosidad están relacionadas con una mejor salud mental y física".
Las conclusiones de otro estudio realizado en 140.000 israelíes, en un período de 9 años, confirman resultados de trabajos publicados-previamente, en los que se demuestra que el estilo de vida y los comportamientos que promueven las diferentes creencias religiosas potencian la salud.
Habla el corazón
Las creencias y su valor sobre la conducta son el hilo conductor entre la psicología, la salud y la religión. Rodearse de amigos, adaptarse mejor a las situaciones, mantener una actitud positiva y optimista ante cualquier evento y hasta el mero hecho de orar disminuye la secreción de hormonas relacionadas con el estrés, según algunos psiquiatras, y a menor estrés, menor hipertensión, menor ansiedad, menor dolor y menor insomnio.
Sin importar la religión o creencia que se profesa, las evidencias indican que en un momento de dificultad, de crisis o confusión, las personas acuden a las cuestiones fundamentales de la vida.
En una reciente visita al continente sudamericano; el Dalai Lama, autoridad del budismo tibetano, sugería aprender sobre todas religiones porque el conocimiento “ayuda a elevar el respeto, la tolerancia y la armonía entre la gente”. Y enfatizaba en la necesidad de lograr la felicidad mental, la paz mental.
El siempre- sonriente líder espiritual recordaba, en Perú, que la ciencia ha descubierto que tener actitudes compasivas "es bueno para el cerebro” y que eso no escapaba al sentido común: "Es fácil ver que el odio, el rencor y la malicia perjudican nuestro estado de ánimo y nuestra salud".
Estemos de acuerdo o no, todos reconocemos la vivificante sensación de llegar a casa, a un espacio en el que nos rodeamos de aquello que entra en armonía con nuestro interior, ya sea el amor de una familia, una romántica cena a la luz de las velas o una tarde entregada a la lectura de un buen libro. Siempre hay alternativas.