Por: Veruzka Padilla-Psicologa/ Muchos son los que hablan de la mejor edad para ser madre, pues de ella dependerá la madurez de la mujer de asumir la responsabilidad de cuidar y proteger a su bebé. Ahora bien, ¿qué tan cierto y cómo influye esto al asumir la maternidad?
En consulta, con un rostro lleno de dudas y miedos llega a mí una joven de veinte años y me comienza a relatar su historia. Tras más lagrimas que palabras comienza a contarme que mantuvo relaciones ocasionalmente con un hombre mayor que ella, jefe de su madre. La joven sentía ciertos sentimientos entrelazados por él, sin embargo, más que un enlace sentimental, era la forma de conseguir en cada relación dinero que le proporcionaba el hombre en recompensa por estar con él. Sin darse cuenta ,se había convertido de forma más discreta en su prostituta ocasional. Ahora, lo que era un acto de citas indecorosas y a escondidas no se podía ocultar más pues salió embarazada y ella no tiene la madurez necesaria para asumir esta responsabilidad. Vive en un cuarto de servicio, no tiene adónde ir, ni dinero para hacerlo
¿Debe plantearse la madurez de asumir la maternidad en este caso por la edad? No tiene una edad donde biológicamente y socialmente es aceptada. Sin embargo, es el entorno donde se concibe el embarazo el que hace que esta joven no desee tener este bebé, pues sabe que no podrá contar con el hombre como pareja para ella y mucho menos un padre para con su hijo. El hacer pública esta situación haría explotar miles de comentarios y de seguro se sentiría frustrada. El dinero que pudo ganar por acostarse con este hombre jamás cubrirá los gastos que trae el tener un bebé. Su estado de desesperación, arrepentimiento y frustración por perder su libertad hace que inmediatamente sienta un rechazo por la maternidad.
Historias como éstas, pero con marcos diferentes, se repiten. Otra joven con rostro lleno de amargura, un poco tosca y muy altanera al hablar cuenta el porqué del rechazo por su criatura. (17 años). Cuenta que ella nunca quiso tener hijos y nunca se vería criando uno, pero aunque suene contradictorio nunca se cuido al tener relaciones sexuales. Típica liceísta, rumbera y amante de su libertad, vivía entra matinés, fiestas y amaneceres. Se besaba en apuestas con sus amigos para ganar y conseguir dinero para seguir bebiendo, asistía al liceo y era alumna regular. Conoció al dueño de la licorería donde siempre compraban, se hicieron más íntimos y ella aceptó tener relaciones con él esporádicamente, típico error de adolescentes pensar que si lo hacen de vez en cuando no corren el riesgo de quedar en estado…Tras casi dos años de relaciones, donde ella se embriagaba primero antes de estar con él, la mayoría de las veces, aceptaba las peticiones y caprichos del hombre en cuestiones sexuales y quedó en estado. Siempre lo hizo a escondidas con él , pocos eran los amigos que sabían que ella se acostaba para obtener dinero para costearse las entradas a los matinés y las rumbas con los chamos de su edad. Ahora su vida se vió limitada por este embarazo y por eso decide entregárselo a su hermana para que se lo crie.
Ahora bien, en estos dos casos estamos hablando de dos mujeres jóvenes y con experiencias relativamente parecidas, sin embargo cabe aclarar que las historias entre las adolescentes embarazadas, casi siempre siguen un patrón y las conductas son repetitivas. Terminan la mayoría de las veces asumiendo solas la responsabilidad, con el respaldo económico de la familia más no el emocional, porque ahora no es una sino dos bocas a quienes alimentar y vestir.
Pero cabe destacar que no sólo las jóvenes cumplen con este sentimiento de duda e inmadurez de asumir la maternidad. Mujeres ya adultas también padecen del miedo de enfrentar esta situación.
Un caso extraordinario fue el que escuché de una mujer de unos cuarenta años, alta, muy simpática, bien vestida y con buenos modales, evidentemente con profesión y económicamente estable. La vida le había traido lo que para ella era un gran problema: Estaba embarazada.
Mi cara de sorpresa era evidente, lo más que me pude imaginar era que ya tenía hijos grandes y en evidente descuido quedó en estado. Duda que ella me aclaró con un largo relato: esta mujer era gay y tenía una relación estable con su pareja por más de doce años. Nunca tuvo hijos ni ella ni su compañera. Tenían un negocio juntas de seguridad para artistas, a su pareja se le presentó la posibilidad de viajar constantemente y ella se sentía sola y la relación ya no era la misma. En una noche entre copas y amigos, conoció a un hombre que la sedujo y a quien ella le siguió el juego, fueron a su apartamento y pasaron la noche. Más nunca se vieron. Pasadas las semanas se dio cuenta de que estaba esperando un bebé. Su mayor temor era cómo enfrentar a su pareja y un dilema aún mayor: no quería tener a ese hijo, pues nunca quiso tenerlos, nunca lo intento ni deseó y por causa de este embarazo perdería su relación.
Evidentemente esta mujer no estaba preparada para asumir el rol de la maternidad. ¿La edad influye?, No era ninguna adolescente, pero no se sentía preparada para tener hijos.
La madurez individual como seres humanos nos hace diferentes para enfrentar ciertas situaciones. El estar preparadas para ser madres está concedido en cada mujer a su manera y en la realidad de su situación.