Al verte lograste transmitirme los más puros e inigualables sentimientos y pensé: "Si eso es sólo con mirarte, ¿cómo será si pudiera amarte? Y entonces, de pronto, como todo ser humano imperfecto y pesimista me puse a pensar cómo serías .Si eres una persona muy responsable con tu trabajo y tus cosas, ¿qué harías con alguien como yo que se toma la vida más light y se ríe de todo? Porque para mí, ser así, no es poner cara seria sino trabajar con honradez y apoyar siempre a nuestros seres queridos; pero siempre me río. ¿Qué pensarías de mi???. Reflexioné y me dije: "Tienes que tomar más en serio las cosas de ahora en adelante. Madura".
De esta manera llegó a míi otra reflexión: "Todo ser responsable es disciplinado". ¡En la torre!!! Y yo tiro mis medias y los zapatos al llegar a mi cuarto, trabajo con muchos papeles regados en mi escritorio, siempre tengo libros en mi cabecera, escucho a Jean Paul a todo volumen… "Tendré que cambiar eso también, quizás no le guste".
Después de un largo rato, pensé: "¡No tires la toalla todavía!. Analiza: Si es muy responsable y tiene mucha disciplina en su vida, será muy estresante y si tú sabes reír, ¿por qué no enseñarle? Quizás sea un punto a favor, pero es sólo eso, un quizás…
Te vi en tanta soledad que quise acompañarte… No reiría, no hablaría, sólo me sentaría a tu lado y en medio de tu propio silencio y sin pronunciar palabra alguna tendríamos la más larga e intensa de las conversaciones. Quizás eso sí lo pueda hacer bien.
Me tiro de un solo golpe al sillón de un salón enorme en la sala de descanso de mi trabajo, reviso mi bolsillos, y muy disimuladamente, logro contar con destreza las pocas monedas que tengo en ellos… ¿Y con qué piensas conquistarlo? Y te ríes de tu fantasía… "Vuelve a tu realidad, vuelve". Es entonces cuando vienen a tu mente los miles de comentarios de la gente diciendo… Pero sin tan sólo recibiera un pequeño detalle, ¡sería tan feliz!!!. Empecé a imaginarme cómo convertirme en dador de vida no con dinero sino con lo grande que Dios nos dio… Abriría tu ventana muy temprano para que entrara el sol, diciéndote al oído: ¡Despierta!!! Ya el sol se levantó y aun tú duermes. Tan especial eres que Dios mismo te despierta con su resplandor para que multipliques su gracia.
¡Torpe!!! Con estos palos de agua… Entonces, te abrazaría muy suavemente para que sintieras que tienes a alguien que pone su vida a tu disposición para protegerte, luchar y soñar contigo.
No sé cómo haría, pero cada día me inventaría mil formas de hacerte sentir importante, mi centro, mi templo. Eso sí, decidí que no cambiaría, porque si lo hago no sería yo y te engañaría… Si tan solo supieras que existo, que soy tu compañía y quizás pueda llegar a ser tu tormento o tu alegría…Si tan solo me atreviera acercarme a ti algún día.
Estas palabras fueron escritas por mí en un borrador tratando de concretar las ideas para un artículo. En medio del cafetín, se acerca un joven amigo enfermero y me cuenta que desde hace unos meses ve con entusiasmo a una doctora nueva dentro de la clínica, pero no se atreve a decir más de la cuenta, porque se siente inferior, inseguro y no se cree merecedor de ser correspondido.
Después de una larga conversación, lo animé a dar un primer paso (cobarde animando a cobarde), le regalé este texto en limpio y le sugerí que se lo diera con mucho respeto y tacto y que se justificara con el hecho de que son muchas las veces que los sentimientos son plasmados de mejor manera en un papel que dichas torpemente. ¡Y esto no estaba tan mal!
Con curiosidad y angustia, yo esperaba en uno de los pasillos la respuesta de este muchacho. (Alcahueta, ¡quién me viera en estas vainas!). Pasó un rato y decidí hacer otras cosas más importantes…Para mi sorpresa, Jorgito venía corriendo hacia mí con una cara de felicidad, pues le abrieron la oportunidad de darse a conocer y conquistar a esta persona que para él era inalcanzable.
Los seres humanos podemos ser tan inseguros y dudar de nuestras propias capacidades que a veces somos los propios constructores de nuestras barreras. Por inseguridad nos hacemos tímidos, celosos, dominantes o simplemente nos aislamos y nos escondemos en un caparazón para no ser vistos como en realidad somos. Tan imperfectos, tan torpes, injustos, soberbios, egoístas, pero también tan llenos de bondad, trabajadores, honestos, amorosos… Escondernos e intimidarnos de los defectos que todos tenemos y de las virtudes que todos somos capaces de desarrollar, no es lo correcto.
Salgan de esa coraza, rían, hablen, amen, peleen, arriésguense, la vida espera…